ANJOS E HOMENS
Antonio Orbe: ORIGEM DO CORPO [OASI]
Y tornamos a las preguntas de arriba. ¿Dónde está el privilegio del cuerpo humano, para que mientras lo demás, aun los ángeles, ha sido hecho mediante el imperio de la voz divina, sólo el humano plasma venga ‘mediante las manos de Dios’?
El misterio no está en el poder divino. Igual es la omnipotencia creadora para llamar al ser lo terreno que lo celeste. La índole terrena del hombre, en peores condiciones que la celeste del ángel, habría de situarle físicamente en un plano inferior, entre los ángeles y los animales.
Apurando conceptos, la demiurgía y la plasis se confunden y son comúnmente aplicables a la tierra y a los elementos materiales en ella contenidos. Nada escapó en rigor a las manos sabias y omnipotentes de Dios.
El privilegio del hombre descansa en la índole singularísima de la plasmación a que fue sometido su cuerpo. Ni por plasis, ni por configurada ‘per manus Dei’, tendría la creación de Adán el privilegio que le atribuye Ireneo.
Todo el misterio está en que sólo el hombre fue plasmado a imagen de Dios. El Creador ‘dibujó sobre la carne modelada su propia forma…, porque el hombre creado fue puesto sobre la tierra como imagen de Dios” (Epid. 11).
Los ángeles, mucho más nobles en esencia que el barro de Adán, no fueron así configurados. El Creador se complace en imprimir su propia imagen exclusivamente en la carne humana, dándole desde su primer origen una prenda excepcional de la Salud a que la destina. Mientras a las demás creaturas, espirituales o materiales, las mantiene en su nivel físico, sin destinarlas a superarse.
Dos consecuencias fluyen, de suma importancia en los días de Ireneo, en torno a la formación del hombre:
a) El cuerpo de Adán no pudo ser configurado por los ángeles o arcángeles, o por creaturas algunas.
b) Hubo de serlo únicamente mediante el Verbo y el Espíritu Santo.