Inmaterialidad del alma.
Bastará aquí con oponer las razones de Ammonio, maestro de Plotino, y las del pitagórico Numenio, a todos aquellos que pretenden que el alma es material. He aquí esas razones: Los cuerpos, como no tienen en sí nada inmutable, están naturalmente sujetos al cambio, a la disolución y a infinitas divisiones; precisan necesariamente un principio que los contenga, que ligue y afirme sus partes. Ese principio de unidad es lo que llamamos alma. Pero si también el alma es material, por sutil que sea la materia de que se componga, ¿qué será lo que pueda a su vez contenerla, pues que acabamos de ver que toda materia necesita de un principio que la contenga? Y lo mismo ocurrirá hasta lo infinito, hasta que por fin lleguemos a una substancia inmaterial.
(Nemesio. De la Naturaleza del hombre. Cap. II.)