Semejante penitencia no consiste sino en (tener) el ánimo apartado de todas las cosas, elevándolo enteramente hacia Dios. Y aquellas obras donde logras tener, más que en otras, tal estado de ánimo y lo tienes gracias a esas obras, hazlas con toda libertad; pero si te estorba en ello alguna obra externa, como son ayunos, vigilias, lecturas o lo que sea, renuncia a ella sin vacilar y sin preocuparte de que puedas descuidar alguna obra de penitencia. Porque Dios no mira cuáles son las obras sino únicamente cuáles son el amor y la devoción y la disposición de ánimo en las obras. Pues a Él, nuestras obras no le importan mucho sino exclusivamente nuestra disposición de ánimo en todas nuestras obras y el que lo amemos tan sólo a Él en todas las cosas. Pues el hombre que no halla su contento en Dios es demasiado codicioso. La recompensa de todas tus obras debe consistir en que Dios las conozca y que tú, al hacerlas, pienses en Él; en todo momento esto te debe bastar y cuanto más natural e ingenuamente pienses en Él, tanto más propiamente expiarás tus pecados mediante todas tus obras. 132 ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 16.
Nuestro leal Dios permite que sus amigos a menudo sucumban a sus flaquezas únicamente para que carezcan de todo sostén que les permitiría reclinarse o apoyarse. Pues, a un hombre amante le daría una gran alegría poder hacer numerosas y grandes cosas, ya sea con vigilias, ayunos u otros ejercicios, y con cosas especialmente grandes y difíciles: todo esto da gran alegría, apoyo y esperanza de modo que sus obras le brindan sostén y apoyo y confianza. Justamente esto se lo quiere quitar Nuestro Señor y quiere ser, Él solo, su sostén y confianza. Y la única razón por que procede así, reside en su pura bondad y misericordia. Pues, fuera de su propia bondad no hay nada que lo mueva a Dios a hacer ninguna obra; nuestras obras no sirven en absoluto para que Dios nos dé o haga algo. Nuestro Señor quiere que sus amigos se desprendan de semejante sostén y por lo tanto se lo quita para que Él solo sea su sostén. Pues quiere darles algo grande y quiere hacerlo puramente por su libre bondad; Él habrá de ser su sostén y consuelo y ellos deben descubrir y considerar que son pura nada en medio de todos los grandes dones de Dios. Porque, cuanto más desnudo y libre sea el ánimo que se abandone a Dios, siendo sostenido por Él, tanto más hondo será colocado en Dios el hombre y será susceptible de hallar a Dios en todos sus preciosísimos dones. Pues el hombre ha de confiar sólo en Dios. 158 ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 19.
Los esposos apenas si producen más de un fruto por año. Pero esta vez estoy pensando en otra clase de «esposos»: son todos aquellos que con su apego al yo, están atados a la oración, los ayunos, las vigilias y a diversos ejercicios y penitencias externas. Todo apego del yo a una obra cualquiera que (te) quita la libertad de estar a la orden de Dios en este instante presente y a seguirlo a Él solo bajo la luz con la cual te indica qué es lo que debes hacer o dejar de hacer, (siendo) libre y nuevo en cualquier instante, como si no tuvieras otra cosa ni quisieras ni pudieras (hacerla): todo apego al yo, pues, o cualquier obra intencionada que te quita esa libertad siempre nueva, a ésos los llamo ahora «un año». Porque (en este caso) tu alma no produce ningún fruto a no ser que haya ejecutado la obra que tú has emprendido atado a tu yo, tampoco tienes confianza ni en Dios ni en ti mismo si no has terminado tu obra emprendida con apego al yo; de otra manera no tienes paz. Por ello tampoco produces fruto alguno si no has hecho tu obra. (Esta actitud) la considero «un año», y, sin embargo, el fruto es pequeño por haber surgido de la obra (hecha) con apego al yo y no con libertad. A semejantes (personas) las llamo «esposos», porque están atados a su apego al yo. Ellos dan pocos frutos que además son pequeños, según acabo de decir. 426 ECKHART: SERMONES: SERMÓN II 3