Orígenes — DOS PRINCÍPIOS
O impecabilidade de Jesus
De Principiis II, 6,5
5. Ahora, si haber mostrado que Cristo poseyó un alma racional es causa de dificultad a alguien, sabiendo que hemos demostrado con frecuencia en todas partes de nuestras discusiones que la naturaleza de las almas es capaz tanto del bien como del mal, la dificultad será explicada de manera siguiente.
No se puede dudar de que el alma de Jesús era de naturaleza semejante a la de las demás almas; de otra manera no podría ser llamada alma si no lo fuera realmente. Pero mientras que todas las almas tienen la facultad de poder escoger el bien o el mal, el alma de Cristo había optado por el amor de la justicia de manera que, debido a la infinitud de su amor por ella, se adhería a la justicia, destruyendo toda susceptibilidad (sensum) de mutación o cambio. De esta forma, lo que era efecto de su libre opción se había hecho en Él una “segunda naturaleza”. Hemos de creer, pues, que había en Cristo un alma racional humana, pero hemos de concebirla en tal forma que era para ella imposible cualquier sentimiento o posibilidad de pecado.