Origenes Alma Caída

Orígenes — DOS PRINCÍPIOS
Alma Caída
De Principiis III. 8,3-4

Pero, por el mismo significado del nombre alma, cuya palabra griega conlleva, ha parecido a unos investigadores curiosos que se puede sugerir un significado de no pequeña importancia. Porque en el lenguaje sagrado, Dios es llamado fuego, como cuando la Escritura dice: “Nuestro Dios es un fuego consumidor” (Dt 4,24). Respecto a la sustancia de los ángeles también se habla así: “El que hace a sus ángeles espíritus, sus ministros al fuego flameante” (Ps 104,4; He l,7). Y en otro lugar: “Y se le apareció el Ângel del Señor en una llama de fuego en medio de una zarza” (Ex 3,2). Además hemos, recibido el mandamiento de ser “ardientes en espíritu” (Rm 12,11), por cuya expresión indudablemente el Verbo de Dios se muestra consumidor y ardientes. El profeta Jeremías también escuchó de El estas palabras: “He aquí he puesto mis palabras en tu boca como fuego” (Jr 1,9).

Así como Dios es fuego, los ángeles una llama de fuego, y todos los santos son ardientes en espíritu, los que han abandonado el amor de Dios son, por el contrario, fríos en su afecto por Él, tal como está escrito. Porque el Señor dice: “Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se enfriará” (Mt 24,12). Todas las cosas, cualesquiera que sean, que en la Escritura santa son comparadas con los poderes hostiles, el diablo, por ejemplo, se dice que permanentemente está encontrando frío; ¿y qué se puede encontrar más frío que él? También se dice que en el mar reina el dragón. El profeta insinúa la serpiente y el dragón, que seguramente se refiere a uno de los malos espíritus, que está también en el mar.75 Y en otro sitio el profeta dice: “Visitará con su espada dura, grande y fuerte, sobre leviatán, serpiente rolliza, y sobre le-viatán serpiente retuerta; y matará al dragón que está en la mar” (Is 27,1). Y otra vez dice: “Y si se escondieren en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y aunque se escondieren de delante de mis ojos en lo profundo de la mar, allí mandaré a la culebra, y los morderá” (Am 9,3). En el libro de Job también se dice que la serpiente es al rey de todas las cosas en las aguas (Jb 41,34, LXX). El profeta amenaza que los males serán encendidos por el viento norte sobre todos los que habitan la tierra (Jr 1,14). Ahora bien, el viento del norte está descrito en la santa Escritura como frío, según la declaración en el libro de Sabiduría: “Aquel frío viento del norte” (Sg 43,20), lo que se debe entender, indudablemente, del diablo.

Entonces, si las cosas santas son llamadas fuego, y luz, y ardor, mientras que las de naturaleza opuesta, son, como se dice, frías; y si el amor de muchos se enfriará; tenemos que inquirir si quizás el nombre alma, que en griego es llamada yukh, es así llamada por el creciente frío nacido de una condición mejor y más divina, y ser de ahí derivada, porque parece haberse enfriado de su natural y divino calor, y por lo tanto ha sido colocada en su posición presente, y llamada por su nombre presente.

Finalmente, considera si puedes encontrar un lugar en la Escritura santa donde el alma sea propiamente mencionada en término de alabanza; con frecuencia suele ocurrir lo contrario, acompañada con expresiones de censura, como en este pasaje: “Un alma mala arruina a quien la posee” (Sg 6,4). Y, “el alma que pecare, esa morirá” (Ez 18,4). Porque después de decirse: “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía” (Ez 18,4), es lógico que dijera: “El alma que siga la justicia se salvará, y el alma que pecare se perderá”.

Pero ya que hemos visto que Dios ha asociado al alma lo que es censurable, y ha guardado silencio en cuanto a lo que merecía alabanza, tenemos que ver si, por casualidad, es declarada por el nombre mismo llamado yukh, esto es, anima, porque se ha enfriado del ardor de las cosas justas, y de la participación del fuego divino, y aun así no ha perdido el poder de restaurarse a esa condición de fervor en la que estaba al principio. De ahí que el profeta también parece indicar tal estado de cosas con las palabras: “Vuelve, oh alma mía, a tu reposo; porque el Señor te ha hecho bien” (Ps 116,7)

De todo esto parece destacarse que el entendimiento, habiendo caído de su estado y dignidad, ha sido hecho o llamado alma; y esto, si se repara y corrige, vuelve a la condición de entendimiento.