Orígenes — DOS PRINCÍPIOS
Preexistência da alma
De Principiis II, 9,2
2. Pero ya que las naturalezas racionales, las que hemos dicho arriba, fueron hechas en un principio, fueron creadas cuando no existían previamente, y por el hecho de que no existían y luego pasaron a existir, son necesariamente mudables e inestables, ya que cualquier virtud que haya en su ser no está en él por su propia naturaleza, sino por la bondad del Creador. Su ser no es algo suyo propio, ni eterno, sino don de Dios, ya que no existió desde siempre; y todo lo que es dado puede también ser quitado o perdido. Ahora bien, habrá una causa de que las naturalezas racionales pierdan (los dones que recibieron), si el impulso de las almas no está dirigido con rectitud de la manera adecuada. Porque el creador concedió a las inteligencias que había creado el poder optar libre y voluntariamente, a fin de que el bien que hicieran fuera suyo propio, alcanzado por su propia voluntad. Pero la desidia y el cansancio en el esfuerzo que requiere la custodia del bien, y el olvido y descuido de las cosas mejores, dieron origen a que se apartaran del bien; y el apartarse del bien es lo mismo que entregarse al mal, ya que éste no es más que la carencia de bien. Y es seguro que la carencia de bien es maldad.
Por eso ocurre que, en proporción a su caída del bien se envuelven en el mal. Con ello, cada una de las inteligencias, según descuidaba más o menos el bien siguiendo sus impulsos, era más o menos arrastrada a su contrario, que es el mal. Aquí parece que es donde hay que buscar las causas de la variedad y multiplicidad de los seres; el creador de todas las cosas aceptó crear un mundo diverso y múltiple, de acuerdo con la diversidad de condición de las criaturas racionales, cuya diversidad tiene que suponerse concebida por la causa arriba mencionada. Y lo que entendemos por diversidad y variedad es lo que ahora deseamos explicar.