La definición escolástica del Si-mismo, dada por René Guénon: «El Si-mismo es el Principio transcendente y permanente del cual el ser manifestado, el ser humano por ejemplo, no es más que una modificación transitoria y contingente, modificación que no podría además afectar de ninguna manera al Principio (René Guénon, El Hombre y su Devenir según el Vedanta.)», plantea el discernimiento fundamental entre lo Real y lo Irreal: Âtmâ y Mâyâ, Brahma y su Shakti. Este discernimiento es el previo indispensable a la realización de la Identidad: «Tu eres Eso». Antes que negar a dios y al ego, hay que comenzar por afirmar a Dios y reconocer que el ego es ilusorio frente a Dios. EL SI-MISMO
Discernimiento e identidad son los dos polos de la Vía espiritual. La invocación «Jesús-María» (o «Mani-padmé» o «lâ ilaha illâ´Llâh») (La primera fórmula es un mantra fundamental del budismo: Om mani padme hum, «¡Salud a la Joya en el Loto!». La segunda es la Shahâdah, fórmula fundamental de la fe islámica: «No hay más dios (o realidad) si no es Dios (o la Realidad)») comporta estos dos aspectos: la distinción Jesús-María corresponde al discernimiento entre lo Real y lo Irreal (Âtma y Mâyâ) y el carácter ilusorio de Mâyâ subraya la identidad de Âtmâ a través de todos los estados del ser, la reintegración de la multiplicidad en la Unidad, la «recapitulación de todas las cosas en Jesucristo». Pero esta reintegración supone la perfecta disponibilidad de Mâyâ, la pobreza de espíritu tal como la hemos visto más arriba, la sumisión de María con relación al Verbo divino, la «virginidad del alma» del «Profeta iletrado», la indiferenciación primordial de Prakriti frente a Purusha o de la Tabla guardada frente al Cálamo supremo (Tabla guardada (al-Lûh al mahf^z) corresponde al Alma universal (an-Nafs al-kulliya); es sobre ella que se escriben todos los «destinos» de la creación por el Calamo supremo, que a su vez corresponde al Intelecto primero o al Espíritu, siendo la primera creatura de Dios, la que escribe la creación en la Tabla guardada.). La repetición indefinida del mantra –la oración perpetua– determina una «vibración» que se repercute a través de la serie indefinida de los estados del ser, o a través de los «tres mundos» o los tres estados de vigilia, de sueño con sueños, y de sueño profundo, permitiendo así la actualización, en las diversas modalidades del ser humano, de la presencia de Brahma, lo único Real, el «Uno sin segundo», o, equivalentemente, la liberación de Âtmâ de los obstáculos sicológicos y fisiológicos del «yo» o de las sobreimposiciones de la mente. EL SI-MISMO
Este Discernimiento comporta varios grados: en el más bajo, distingue en primer lugar entre el «bien» y el «mal», pero no hay que olvidar, conforme a la narración del Génesis, que el conocimiento del Árbol del Bien y del Mal es precisamente inherente a la «caída», y que la caída no existía antes de que el hombre hubiera probado el fruto de este Árbol (Gen. II, 8,17). Entonces, lo que hay que reencontrar, es el Árbol de la Vida que estaba situado en medio del jardín y al cual se identifica la Cruz de Cristo, el Árbol de la ciencia del Bien y del Mal debe ser reintegrado en el Árbol de la Vida. En definitiva, el discernimiento del Bien y del Mal debe de ser superado, y el error «moralista» consiste en pararse ahí. EL SENTIDO DE LA VIDA
Finalmente en un estadio superior, todo discernimiento queda sobrepasado: estamos en el nivel de la No-Dualidad, de la Esencia divina que «comprende» todas las cosas a título de posibilidades «no existentes» o más bien «no manifestadas todavía», y que no se manifiestan más que en los estados inferiores. Estas posibilidades «no existentes» son por lo tanto «puras relaciones» con la Esencia divina que, ella, es sin relación con cualquier cosa diferente, ya que este otro no existe; la relación es, si se quiere, unilateral. Vistas en el Intelecto divino (el Verbo) complementario de la Esencia con la cual el Intelecto se identifica como el Conocimiento del Ser, las posibilidades todavía no existentes toman el nombre de «arquetipos»; apareciendo estos como «concepciones divinas», si bien que su conjunto es el de los «puros posibles» (Los «puros posibles» no se manifiestan; son «posibilidades de no-manifestación».) constituyen la Posibilidad Universal, que no es otra que la Inmaculada Concepción –o la Omni-Potencia divina (Shakti). EL SENTIDO DE LA VIDA
Estamos lejos de una caridad puramente humana, de un humanitarismo cualquiera. Es necesario que la caridad (la Caritas) se expanda en conocimiento y en toda inteligencia, para adquirir el discernimiento que permita estar colmados de Santidad para la gloria de Dios. HOMILIA PARA EL VIGESIMO SEGUNDO DOMINGO
Perspectiva centrada en Dios (teocéntrica), ¿la santidad es para nosotros? Es para la gloria de Dios. Nosotros no podemos de ninguna manera considerarnos como santos: Dios solo es Santo («Dios solo es bueno»), pero sin somos puros e irreprochables, gracias al discernimiento de lo mejor, entonces Jesucristo puede colmarnos de los frutos de la Santidad. («Sin mi, no podéis hacer nada»… «Si alguno quiere ser mi discípulo, que renuncie a si mismo»). HOMILIA PARA EL VIGESIMO SEGUNDO DOMINGO