La Ciencia y el Arte sacros son de origen suprahumano, pero la ciencia y el arte profanos son de origen infrahumano, ya que el hombre solo no existe, y una de las grandes ilusiones del humanismo moderno es el haber olvidado que el hombre se sitúa siempre entre el ángel y el demonio. Existen, naturalmente, grados en lo infrahumano como los hay en lo suprahumano, pero lo que importa subrayar es que la inspiración, de la que se habla por todas partes sin hacer ninguna distinción, puede ser «celeste» o «infernal», y esto, como hemos dicho, en diversos grados. Así, las formas más aberrantes del arte moderno, que no expresan más que el caos actual del alma y del medio, son de inspiración diabólica; el arte publicitario, que no hace más que explotar las pasiones humanas, lo es en su grado menor. En el otro ámbito, la inspiración de los iconógrafos bizantinos es celeste, la de los artistas todavía religiosos del Renacimiento ya lo es menos (Es evidente que, para un individuo o una colectividad dada, hay generalmente una mezcla de «influencias celestes» y de «influencias infernales».). VARIOS ESCRITOS SOBRE ARTE
«Dios omnipotente, que descienda sobre este cirio encendido tu abundante bendición. Autor invisible de la vida nueva, mira la llama que resplandecerá en esta noche, y haz que, no solamente el sacrificio que nosotros celebramos en esta noche se ilumine en contacto misterioso con vuestra Luz, sino también que en todo lugar a donde se lleve algo de este misterio de santificación, la maligna hipocresía del demonio quede oculta y que sea presentada la potencia de vuestra divina Majestad». La Iluminación