Nicoll Tentando Jesus II

Maurice Nicoll — O HOMEM NOVO

As Tentações de Jesus — INTERPRETAÇÃO DE NICOLL (cont.)

Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento de tiempo todos los reinos de la Tierra. Y le dijo el diablo: «A ti te daré toda esta potestad y la gloria de ellos; porque a mí me es entregada y a quien quiero la doy. Pues si tú adorares delante de mí, serán todos tuyos».” (Luc. IV, 5-7.)

Esta es una fascinación del poder mundanal y de la profunda vanidad que yace en todos. Nuevamente va dirigida hacia el amor propio. Incluye el amor por el mundo y por sus posesiones. El diablo le dará el mundo a Cristo. El amor del poder (autoridad) y el amor de las posesiones representan dos aspectos del amor propio. Aquí vemos cómo el aspecto humano de Cristo aparece sometido a la más tremenda de todas las tentaciones que se pueden concebir respecto a las ganancias del mundo y al poder posesivo. De tal modo está descrita esta tentación que destaca el hecho con toda claridad: se le presenta a Jesús todo el mundo “en un momento de tiempo”, o sea de modo simultáneo. Y se cita a Jesús respondiendo: “Porque escrito está: a tu Señor Dios adorarás y a él sólo servirás”. O sea que no adorará ni servirá al mundo y sus posesiones. La respuesta es del mismo tipo de comprensión que la dada en la primera de las tentaciones. Hay algo aparte del mundo y del amor por poseerlo. Hay alguna otra cosa que el hombre debe poseer. Este nivel superior que le es posible alcanzar y que lleva el hombre dentro de sí mismo, es la dirección en la que su deseo de poder y de gloria debe volverse. Pero aun cuando el hombre sepa y esté bastante seguro acerca de esta dirección, aún puede ser tentado. Y mucho más en la condición descrita. De otro modo. Cristo no hubiese sido tentado de esta manera. Su aspecto humano estaba aún abierto a la tentación. No se trata únicamente del abrumador efecto de los sentidos y de cualquier incitación inmediata del interés propio o de la vanidad, no; esto no es todo lo que hay que considerar. Es menester considerar también, y sobre todo, la idea mucho más sutil de que, por medio de los procedimientos mundanales, el poder externo y la autoridad, uno puede ayudar al género humano convirtiéndose en rey sobre la Tierra. Bien sabemos que todos los discípulos pensaban que Jesús se iba a convertir en un rey terrenal, dueño de todo el mundo y repartidor de recompensas mundanales. Los discípulos pensaron en cosas elevadas desde un nivel inferior. Primero no pudieron comprender acerca de lo que hablaba Jesús, o sea que no entendieron que se refería a un nivel superior o íntimo que nada tiene que ver con el nivel inferior o externo de la vida. Debemos acá recordar que el camino que Cristo debía seguir lo conducía únicamente a un aparente fracaso en la vida exterior, a una condición o estado de impotencia y a una forma de muerte solamente reservada para los peores criminales de la época. Y hacia el final sólo tuvo unos cuantos que le siguieron. Parecía que todo había sido inútil. Por cierto que nosotros no podemos tener la esperanza de comprender esto a menos que captemos de modo cabal la idea de dos niveles. Pero ya hablaremos de esto más adelante; acá tan sólo diremos que la tentación, en su verdadero sentido, trata acerca de estos dos niveles y dice relación del tránsito de uno al otro. Si Jesús hubiese nacido perfecto, hubiese estado más allá y por encima de cualquier tentación. No hubiese representado al Nuevo Hombre ni hubiese indicado el camino hacia él. Por esta razón dijo de sí mismo: “Yo soy el camino”.