Eckhart Sermão 19

MESTRE ECKHART — SERMÕES
SERMÓN XIX — Sta in porta domini et loquere verbum.
Dice Nuestro Señor: «¡Permanece parado en la puerta de la casa de Dios y pronuncia la palabra y predica la palabra!» ( Jer. 7, 2 ). El Padre celestial dice una Palabra y la dice eternamente y en este Verbo consume todo su poderío y en esta Palabra enuncia toda su naturaleza divina y todas las criaturas. La Palabra yace escondida en el alma de modo que no se la conoce ni oye, a no ser que se le asigne un lugar en el fondo del corazón; antes no se la oye. Además, deben desaparecer todas las voces y todos los sonidos y debe haber una tranquilidad pura, un silencio. De este significado ya no quiero decir más.

Luego: «¡Permanece parado en la puerta!» Quien está parado, tiene los miembros ordenados. Él quiere decir que la parte suprema del alma se debe hallar firmemente erguida. Todo cuanto está ordenado, tiene que haberse subordinado a aquello que está por encima de ello. Todas las criaturas no le agradan a Dios cuando no las alumbra la luz natural del alma, de la cual reciben su ser, y cuando la luz del ángel no alumbra la luz del alma y la prepara y dispone para que la luz divina pueda operar en ella; porque Dios no opera en las cosas corpóreas, opera ( tan sólo ) en ( la ) eternidad. Por eso el alma ha de estar recogida y elevada y tiene que ser espíritu. Allí opera Dios, allí todas las obras le agradan a Dios. No hay obra alguna que jamás le plazca a Dios a no ser que se la realice allí.

Luego: «¡Permanece parado en la puerta de la casa de Dios!» ¡La «casa de Dios» es la unidad de su ser! A lo que es uno, le conviene, antes que nada, conservarse totalmente solo. Por eso, la unidad permanece parada junto a Dios y mantiene unido a Dios sin agregar nada. Allí Él está sentado en lo que le es más propio, en su esse, enteramente en sí mismo, ( y ) en ninguna parte fuera de Él. Pero allí donde se derrite lo hace hacia fuera. Su derretimiento es su bondad, según dije hace poco, con respecto al conocimiento (gnosis) y al amor (agape). El conocimiento (gnosis) despega, porque el conocimiento (gnosis) es mejor que el amor. Pero dos es mejor que uno solo, ya que el conocimiento (gnosis) contiene en sí al amor. El amor está loco por la bondad, se le apega firmemente, y en el amor permanezco en la «puerta», y si no existiera el conocimiento (gnosis), el amor sería ciego. Una piedra también tiene amor y su amor busca el suelo. Si permanezco pegado a la bondad ( allí ) en el derretimiento primero, y lo aprehendo a Él en cuanto es bueno, entonces tomo la «puerta», mas no a Dios. Por eso, el conocimiento (gnosis) es mejor ya que guía al amor (agape). El amor, empero, despierta al apetito, al anhelo. El conocimiento (gnosis), en cambio, no agrega ni un solo pensamiento, antes bien desprende y se separa y se adelanta corriendo y toca a Dios en su desnudez, y lo aprehende únicamente en su ser.

«Señor, conviene a tu casa», en la cual te dan loa, «que sea santa», y que sea una casa de oración «a lo largo de los días» ( Salmo 92, 5 ). No me refiero a los días de acá ( =los días terrestres ). Si digo «largor sin largor» se trata del largor ( verdadero ); un «ancho sin ancho» esto es ancho ( verdadero ). Si digo «todo el tiempo» quiero significar: por encima del tiempo; más aún: muy por encima ( del tiempo ), según dije hace poco, allá donde no existe ni «acá» ni «ahora».

Una mujer preguntó a Nuestro Señor dónde se debía de orar. Entonces dijo Nuestro Señor: «Vendrá el tiempo y ya ha llegado en que los verdaderos adoradores han de rezar en espíritu y en verdad. Porque Dios es espíritu hay que rezar en espíritu y en verdad». ( Juan 4, 23 y 24 ). Lo que es la Verdad misma, no lo somos nosotros; somos verdaderos, es cierto, pero hay en ello una parte de mentira. Así no son las cosas en Dios. Antes bien, el alma debe estar parada en el primigenio efluvio violento, allí donde emana y nace la Verdad, ( o sea ) en la «puerta de la casa de Dios», y ella ( =el alma ) debe pronunciar y predicar la palabra. Todo cuanto hay en el alma, tiene que hablar y decir loas, y nadie habrá de escuchar la voz. En el silencio y en la tranquilidad -como dije hace poco de los ángeles que están sentados cerca de Dios en el coro de la sabiduría y del fuego- allá Dios le habla al interior del alma y se pronuncia íntegramente dentro del alma. Allá el Padre engendra a su Hijo y siente tanto placer por el Verbo y le tiene tanto amor que nunca deja de pronunciar el Verbo, sino que lo dice en todo momento, es decir, por encima del tiempo. Viene bien a nuestras explicaciones citar: «A tu casa le conviene la santidad» y la loa y que no haya nada adentro que no te alabe.

Nuestros maestros dicen: ¿Qué es lo que alaba a Dios? Esto lo hace ( la ) semejanza. Así pues, lo alaba a Dios todo aquello en el alma que se asemeja a Dios; lo que de alguna manera es desigual a Dios no lo alaba; así como un cuadro alaba a su maestro que le ha impreso todo el arte que alberga en su corazón y que así se ha asemejado completamente ( el cuadro ). Esta semejanza del lienzo elogia a su maestro sin palabras. Aquello que se puede alabar con palabras o que se reza con la boca, es poca cosa. Porque Nuestro Señor dijo una vez: «Vosotros rezáis pero no sabéis qué es lo que rezáis. Vendrán verdaderos rezadores que adorarán a mi Padre en espíritu y en verdad» ( Cfr. Juan 4, 22 y 23 ). ¿Qué es ( la ) oración? Dice Dionisio: Trepar hacia Dios en el entendimiento, esto es ( la ) oración. Dice un pagano: Allí donde se hallan ( el ) espíritu y ( la ) unidad y ( la ) eternidad, allí quiere obrar Dios. Donde ( la ) carne está en contra del espíritu, donde ( la ) disgregación está en contra de ( la ) unidad, donde ( el ) tiempo está en contra de ( la ) eternidad, allí no obra Dios; no se aviene a ello. Antes bien, todo el placer, contento, alegría y bienestar que puedan tenerse acá ( en esta tierra ), todo esto debe desaparecer. Quien quiere elogiar a Dios, tiene que ser santo y estar reconcentrado y ser espíritu sin hallarse afuera en ninguna parte; antes bien, con perfecta semejanza tiene que ser llevado hacia arriba, hasta la eternidad, por encima de todas las cosas. Me refiero no sólo a todas las criaturas que están creadas, sino ( también ) a todo cuanto Él sería capaz de hacer si quisiera ( hacerlo ); el alma tiene que sobrepasar todo esto. Mientras exista alguna cosa por encima del alma y mientras haya algo, sea lo que fuere, que se anteponga a Dios ( y ) no es Dios, ( el alma ) no llega al fondo «a lo largo de los días».

Ahora bien, San Agustín afirma lo siguiente: Cuando la luz del alma, en la cual las criaturas reciben su ser, alumbra a las criaturas, él habla de una mañana. Cuando la luz del ángel alumbra y encierra en sí la luz del alma, dice que es de media mañana. Expresa David: «El sendero del hombre justo crece y asciende hasta el pleno mediodía» ( Prov. 4, 18 ). El sendero es hermoso y agradable y placentero e íntimo. Además, cuando la luz divina alumbra la luz del ángel, y la luz del alma y la luz del ángel se recogen en la luz divina, esto lo llama mediodía. Entonces el día ha llegado a su punto más alto y más largo y más perfecto, cuando el sol se halla en el cenit y vierte su resplandor sobre las estrellas y las estrellas vierten su brillo sobre la luna de modo que todo se subordina al sol. Del mismo modo, la luz divina ha recogido en sí la luz del ángel y la luz del alma, de manera que todo se halla ordenado y enderezado, y en ese instante todo junto da loa a Dios. Ya no hay nada que no alabe a Dios y todo se yergue semejante a Dios, cuanto más semejante tanto más lleno de Dios, y todo junto alaba a Dios. Nuestro Señor dijo: «Moraré con vosotros en vuestra casa» ( Jeremías 7, 3 a 7 ). Suplicamos a Dios, Nuestro querido Señor, que more aquí con nosotros para que nosotros moremos eternamente con Él; que Dios nos ayude a ( lograr )lo. Amén.