Irineu de Lião — Adversus Haereses
23,2. Simón el samaritano, del que se originaron todas las herejías, tuvo la teoría siguiente: siempre llevaba como compañera en sus viajes a una prostituta llamada Elena, que había recogido en Tiro de Fenicia, diciendo que ella era el primer Pensamiento de la mente, Madre de todas las cosas, por la cual el Pensamiento (Énnoia) habría decidido producir a los Angeles y Arcángeles. Este Pensamiento brotado de aquél, conociendo la voluntad de su Padre, se habría degenerado bajando a los lugares inferiores para engendrar a los Angeles y Potestades, por los cuales fue hecho el mundo. Y una vez que los engendró, ellos la apresaron por sospechas, pues no querían pasar por hijos de cualquiera. Ellos la habrían ignorado completamente, pues los Angeles y Potestades que ella había engendrado la habrían detenido, y la habrían hecho sufrir todo tipo de ofensas, a fin de que no regresase a su Padre, sino que se quedase encerrada en un cuerpo humano, y de tiempo en tiempo transmigrase de este cuerpo que la contenía a otro [672] cuerpo de mujer.
Esta misma Elena habría sido aquella por la cual los troyanos se habrían lanzado a la guerra. Por eso Stesícoro quedó privado de la vista, porque se atrevió a insultarla en sus versos; pero más tarde, habiéndose arrepentido escribió las palinodias, en las cuales le rindió tributo, y por ello recobró la vista. Pasando así de cuerpo en cuerpo, nunca dejó de sufrir injurias, y por eso llegó a parar en el prostíbulo: ella sería la oveja perdida (Lc 15,6).
23,3. Por tal motivo él mismo habría venido a fin de, primeramente, tomarla para sí, y luego liberarla de sus cadenas, y para llevar la salvación a los hombres por medio de su gnosis. Pero, como los Angeles gobiernan mal el mundo, porque cada uno de ellos quiere ser el que manda, él habría venido para corregir las cosas y habría descendido en forma semejante a los Principados, Potestades y Angeles. No siendo un hombre, quiso aparecer como hombre entre los hombres, y así imaginan que él sufrió en Judea, cuando en realidad no padeció. También dijo que los Angeles constructores del mundo habrían inspirado a los profetas las profecías. Por eso quienes creían en Simón y Elena no debían preocuparse mucho de ellos ni poner en ellos su esperanza; sino, como hombres libres, podían hacer lo que quisieran; porque lo que salva a los hombres sería la gracia que él les concedía, y no las obras buenas. También enseñaba que no había obras buenas por naturaleza, sino sólo por algo exterior a ellas: los Angeles hacedores del mundo las habrían impuesto para sujetar a los hombres bajo su dominio por medio de los mandamientos. Por eso les prometía que destruiría el mundo y liberaría a aquellos que estaban bajo el dominio de sus fabricantes.
23,4. Sus místicos sacerdotes viven libidinosamente, hacen actos de magia, cada uno de ellos como puede. [673] Usan de encantos y exorcismos. También se ejercitan fervorosamente haciendo filtros, conjuros, interpretación de los sueños y todo tipo de prácticas semejantes. Asimismo conservan las estatuas, que se han fabricado para adorarlas, de Simón, a la que han dado la figura de Júpiter, y la de Elena como la imagen de Minerva. A sí mismos se denominan simonitas, tomando el nombre del padre de tan impía doctrina. De ellos sacó su origen la falsamente llamada gnosis, como es fácil conocer de sus mismas afirmaciones.